¿De verdad creíais que no iba a escribir una entrada hoy?
Aunque ande por aquí coja y dando vueltas por casa, aburrida y como un tigre
encerrado gracias a mis queridos aparatos de los pies, hoy es su cumpleaños. Hoy,
ella es la protagonista.
Después de ya varios cumpleaños redactados en este blog,
creo que va a ser de esas pocas veces en las que intento dejar mi ironía y mi
humor a un lado para sacar mi vena más ñoña y romanticona, que la tengo,
creedme. Es mi madre, por lo que es imposible que esta entrada sea mínimamente
objetiva. Preparad el clínex si sois extremadamente sensibles.
Desde que tengo uso de razón, nunca la he visto tirar la
toalla. Continuamente luchando con(tra) un mundo que no siempre ha sabido
aprovechar todo lo bueno que hay en ella. Luchando por hacerse un hueco entre
ese grupo de personas imprescindibles en cualquier lugar, para crear un
equilibrio.
Ella es serena. Ella es cabezota. Ella es fuerte. Ella es
luchadora.
Es cierto, que muchas veces no me doy cuenta de la suerte
que tengo de tenerla conmigo, siempre dispuesta a ayudarme y al pie del cañón a
la mínima de cambio. No me cansaré de decir, que ella es la causante (gracias a
Dios) de lo que soy hoy: Una persona absolutamente normal, con los mismos
problemas y las mismas posibilidades que cualquier otro que se precie. Alguien
que no ha tenido nunca algún problema como el mío, o de magnitud similar, nunca
sabrá apreciar del todo, la gratitud que se siente hacia la persona que te ha
sacado adelante.
Y aunque en determinadas ocasiones no nos pongamos de
acuerdo, no imaginaría mi vida sin ella.
Ella siempre ha sabido sacar lo mejor de mí, y de cualquier
persona que le pille cerca. Antepone a cualquiera a sí misma, y la persona que
la conozca mínimamente, sabe de lo que estoy hablando. Desgraciadamente, me
siento en la necesidad de recalcar que no es oro, todo lo que reluce, y su
bondad a veces, se ha visto malamente recompensada. No sabéis lo que os
perdéis, y si no os habéis dado cuenta todavía, tiempo al tiempo.
¿Qué más añadir? Pues que la quiero, aunque muchas veces no
se lo demuestre de verdad. Gracias por ser quien eres. Gracias por convertirme
en lo que soy. Gracias.
¡FELIZ CUMPLEAÑOS MAMÁ!